"Lo que no sospechaste
vive y tiembla en el aire"
Federico García Lorca
Canción del jardinero inmóvil.
Es increíble la diferencia del concepto de tóxico que tengo ahora, de la de hace unos años.
Veo claros ejemplos. Y me repugna la simple idea. Haber estado inmersa.
Sé perfectamente como se siente, esa abrumadora sensación,
ese ahogo, asfixiante.
Esa necesidad de volver a intentarlo.
Febril.
Con el tiempo, hielo.
En mi cabeza era un símil de deseo puro, extremo, adictivo,
y solo era la prohibición lo que me hacía efecto,
sabía que era un error estar ahí,
dejando entrar la toxicidad, y contribuyendo a su crecimiento,
eso era lo que confundía con el deseo, con el amor.
Mi afección por esa sensación era insaciable.
Ceguera absoluta dicen, y es mentira,
lamentablemente es un error,
veía claramente como me destruía,
como ardía,
lo peor de ello es que sé como no renunciaba a ello,
sabía que no era mi mitad,
y aún así permanecía encerrada con esa sensación de falsa calidez,
noche tras noche.
Engañándome, creyendo estar reconfortada.
A lágrima viva.
Creía estar enamorada,
y estaba enamorada, de mí,
de como era capaz de no rendirme,
de no parar de luchar.
Aunque a veces contra mí misma,
deseando arrancarme el veneno.
Ayer escribí mi lista de arrepentimientos,
y nunca hay espacio ni hueco para la toxicidad que soporté y que porté.
Solo hay hueco para sueños que todavía no cumplí,
o fotos que no hice, de lugares extraños para mí.
Voluntariamente separé aquella enorme brecha de toxicidad, de posesividad, celos e incoherencia, que intentaban inculcarme de raíz.
Me cuestiono muchas cosas, no solo en mi vida, sino en la de los demás, y vivo casi para arreglar pecados ajenos, problemas que no me pertenecen.
Me cuestiono como yo, no pude reconocer el daño, coacción, y como solo después de los años,
luego de ver como soy ajena a toda dificultad, de ver como salí de todo aquel desastre, la toxicidad hecha persona se acerca a intentar atrapar lo que queda de mí.
Gracias a esto, puedo hoy ayudar a alguien a reconocer esta injusta toxicidad.
La adversidad nos hace fuertes, resistentes. Pero no me sorprendo al darme cuenta que aquello no era adversidad, era toxicidad, era dolor, absolutamente innecesario.
Adversidad es comprensión,
es entender que cada persona tiene su objetivo individual,
que si por decisión propia se decide crear algo en común, hay posibilidad de errar,
pero no haciendo daño consciente.
Adversidad no es indiferencia,
no es pasividad, ni represión,
no es rescatar, ni que te rescaten.
Ahora, después del fallo,
reconozco el acierto.
·Miss.Tina·