A un paso de rompernos o de escondernos.
Ya es tiempo de dejar de dar tumbos,
de construirnos.
Viniste aquel día para sacarme de mí,
para alejarme de mi zona,
de mis heridas.
Sin orden,
sin ningún plan.
Viniste para acertar,
y acertaste, lo hiciste.
Siempre lo hacías,
nos atabas sin darte cuenta alguna.
No te bastaba con todo,
querías todo,
y lo tuviste.
Aquí a un respirar de ti, tú como siempre, no estando dispuesto a ceder ni un ápice en tus pretensiones.
aquí estoy, y ni siquiera has puesto un poquito de ti en verme.
Había prometido al silencio que el destino nos sienta bien, el nuestro,
ese tan nuestro.
Que ningún idioma ha conseguido nunca traducirnos,
que nunca nadie será capaz de entender ni una parte de nuestro ayer.
Y tú mientras tanto buscabas otro motivo para irte,
lejos o cerca,
a encontrar otro corazón vacío que llenar.
Buscando epidermis nuevas,
encontrando sonrisas frescas,
y risas encendidas,
que se asemejen a la paz que mis motivos y mi presencia te entregaban,
te regalaban sin poner precio alguno,
sin rencores.
Y como sé que ya hace rato que pasaste de página e incluso cambiaste de libro,
varias veces ya, te digo,
estoy aquí, por eso,
porqué ya sé de buena mano que ya no estás por aquí,
que no me rondas en mis letras escondidas,
que ya no te interesa nada de lo que dicen estas.
Ahora puedo confesar con claridad que nada ha brillado más en este aburrido y opaco mundo,
nada más que mi amor hacia ti.
Aunque el tiempo para ese amor ya pasó.
Nada más que ese amor, incluso más que todos tus regalos convertidos en diamantes en bruto,
esperando a ser encontrados,
arreglados,
mejorados.
Nada se compara a ese brillo, nada.
Y aquí,
hoy,
quería agradecerte,
también gracias por dejarme con esto así,
cayendo en la cuenta que prefiero estar sola y acompañada a la vez,
por este amor que brilla,
este que hace que no te necesite para cuidarlo,
este amor que viene acompañado de amor propio,
de experiencias repletas de lecciones bien aprendidas ya,
y que en el fondo, no las quería ver.
Ay desamor,
si supieras todos los versos que guardé para ti,
desde el mismo día en el que te conocí.
Y ahora ya borrados.
En blanco me has dejado,
como si nunca hubiera amado.
Eso era lo que querías.
Viejo fantasma,
espero que tengas un poco de vergüenza aunque sea inventada,
para que no vuelvas a pasar por aquí ya.
Por si te quedan dudas te escribo a ti desamor,
a ti que te da por aparecer cuando las ilusiones llaman a mi puerta,
te escribo a ti,
que no eres persona, solo un mero sustantivo,
un sentimiento, una falta, un rechazo.
A ti, que no tienes ni nombre ni apellidos.
Las luces ya se han apagado,
ya puedes bajarte del escenario.
·Preaviso al desconcierto: Recuerda egocéntrico pasado, ya no estás en mis sueños, ya ni te acercas a ellos, ya ni si quiera te avisan al despertar·
Con sonrisas desde lejos,
me machacas sin pensarlo,
haciéndonos los fuertes.
Ya ni dejas que te reconozca,
tu hueco me hace eco,
lento,
y no te niego que duela.
Pero te mentiría si te digo que ahora lo pienso demasiado.
Los planes ya no van conmigo.
Y aunque solo dejes rastros de ti
ya no hay momento.
Solo dejas calles vacías y espacios culpables.
No puedo ser algo que deseas,
mírame, así soy.
Ciega y borracha de tanto pasado apagado ya,
ahora,
no más guerra,
solo quiero calma.
Mírame,
dejando atrás todo eso.
Ahora que debo,
ahora que sé cómo.
Dejando atrás tu callado rencor.
Con el alma en alerta.
Te asoma la nostalgia,
te hace querer saltar,
hace que quieras dar la vuelta,
hace que no te quieras salvar,
y te quedas ahí sin saber que nunca quise,
que nunca quise envejecer con nadie más.
Adiós altibajos,
de esos,
que hacen que desees ir hacia ningún lado y a todos a la vez.
A veces te encuentras personas que sacan lo peor de ti, y lo mejor,
te hacen ser inmejorables, te hacen ser único.
Hay personas con las que siempre tienes algo de lo que hablar.
De lo más nimio,
o de lo más preciado del mundo.
De la libertad,
esa que es tan pura que casi cuesta apreciarla.
De ser libres con alguien,
de no ser dependientes pero libres.
Esas personas te llevan al límite en una constante evolución,
te llevan a ser mejor,
te llevan a buscar las mejores miradas escondidas en ti,
te llevan a encontrar unas buenas explicaciones arrancadas a pedazos por minutos.
Esas personas que merecen sin pedir.
Esas personas que lo único que nos piden es permiso,
sin saberlo.
Personas que no conciben despedida alguna,
que no corresponden al tiempo,
que no tienen freno.
Hay personas que de tanto estar aquí no están,
que de tanto decir que te apoyan se olvidan un poco de hacer lo que dicen.
Esas escondidas a plena luz,
delante de nuestra nariz,
señalando todos nuestros fallos.
Pero que de tanto juzgarnos disfrazando sus puñales en ayuda,
caen por su propio peso,
huyen alegando no ser su momento.
Pero eso no es todo, no es el fin.
Esas personas que dejan un vacío de esos infinitos,
pero que ya no causan reacción,
que no duelen.
Y la vida curiosa nos trae personas que hacen tuyas mis manías,
que hacen que los malos entendimientos queden fuera de juego.
Que hacen que el remedio sea seguir,
continuar sin miedo.