"-¿Me quieres con el corazón o con la cabeza?
-Me temo que con los pies, de otro modo no puedo explicar por qué siempre regreso a ti"
Como la sensación de no querer estar en otro sitio.
Como tomarse de la mano, sin fechas límites, sin prisas.
Sin avisar.
¿Cuánto podemos alargar eso?
Cuando quieres paralizar el tiempo, ralentizar el amor, querer a fuego lento.
Querer sin querer.
...
Me preguntaron hoy si se puede odiar a quien has querido.
Lo cierto es que es tan fácil caer en eso, es una montaña rusa de emociones donde ayer estabas en lo más alto y hoy, hoy solo sabes que estás fuera de juego.
Pero la realidad es que es por momentos, piensas que puedes desechar y deshacerte de todo en un segundo.
Y resulta que no, y entra en el juego la rabia.
La rabia por no poder odiar.
Apostamos en que vamos a retirarnos, dando todo de nosotros.
Y volvemos a empezar, y no, no podemos odiar si hemos querido realmente.
Solo dejar atrás.
Perdernos un poco, y no volver.
Ir allí donde no quedan más palabras que escribir.
Donde no queden los recuerdos y las fechas límites salgan a plena luz.
-Yo, que me
creí tu supernova y no llegué ni a estrella, fugaz.
Tú, que me
jurabas amor y no supiste quererme.
La que se
creía tus mentiras, yo.
El cabrón al
que quería, tú.
Tú y yo. Yo
y tú.
Y pensar que
una vez fuimos eternos.
Que lejos
quedan ya esos años.
Y que cerca
te tuve hace unos días.
Menos mal
que por fin me quiero
y menos mal
que al fin me quieren.
Más de lo
que un día lo hiciste tú.
Mejor de lo
que un día lo hiciste tú.
Y sin
embargo, aún te recuerdo.
Qué putada,
eso de que los primeros amores nunca se olviden.
Y qué puta la vida, que no nos quiso ver juntos.-
Aran Navarro.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Comentarios:)